Consecuencias del no diezmar
Durante estos meses que hemos estado estudiando aprendimos mucho de Dios, algunas cosas la ignorábamos y otras fueron confirmadas en nuestra vida. Aprendimos que mucho del actuar de Dios se basa en promesas que Él hace y que Él en persona se encarga de cumplir cuando el pacto es hecho por Él. Así mismo nosotros, como pueblo suyo, tenemos compromisos con Él y es nuestra obligación cumplir con las promesas que le hemos hecho o bien aquellas que hemos adquirido.
¿Cuándo adquirimos estas obligaciones? En el momento en que creímos en Él. Somos personas con el derecho de ser llamados Hijos de Dios (Juan 1:12), con los derechos de recibir las promesas (Romanos 8:17), con el derecho de ser eternos (Tito 1:2), de reinar con Él (2a Timoteo 2:12) y una lista demasiado larga como para nombrarla en este momento.
Comúnmente estamos prestos a pedir, suplicar e incluso llorar para que Dios se “ponga las pilas” y nos bendiga, pero ¿Estamos igual de dispuestos a llevar a cabo nuestras obligaciones? Y hablo en un lenguaje plural porque todos somos parte de alguna Iglesia y por ende somos parte del pueblo del Señor.
La realidad que embarga a la gran mayoría de las congregaciones es una falta de interés hacia la voluntad y servicio del Señor. Hay poco evangelismo y poco discipulado, hay poca actividad de oración y lectura de la Palabra, también las ofrendas y diezmos bajan y este es el tema que tendrá mi enfoque hoy.
Hablar del dinero es un tema delicado por que en estos momentos escasea. La mayor parte de nosotros tenemos grandes excusas para no ofrendar y menos para diezmar. No alcanza, gano poco, casi no hay ventas, no tengo trabajo, la situación actual es de crisis, etc. Estas y otras excusas más son razones suficientes para cerrar las carteras y bolsos. O me van a decir que al menos una vez en su vida cristiana no han pensado en alguna de ellas, al menos por un instante.
Si queremos las bendiciones tenemos que entrarle a nuestras obligaciones: evangelizar, ofrendar, diezmar, etc.
¿Por qué es tan importante el diezmo? Dios dice que Él mismo es el dueño del oro y la plata (Hageo 2:8), entonces podemos concluir que Él no necesita lo relativamente poco que le podemos dar. El diezmo es importante para nosotros. Nos puede acarrear bendición y es un paso de Fe.
Entendemos diezmo como el 10% de lo que ganamos. Por ejemplo, si mis ganancias son de $1,000 entonces:
(1,000/100)*10=100
Si gana usted $12,685 y quiere saber lo que puede diezmar podemos usar la misma fórmula:
(12,685/100)*10=1,268.50
1. A pesar de que Dios no necesita nuestro dinero, el diezmo es entendido como una exigencia del Señor, ¿Por qué? De que otra forma creen que se podían sostener los sacerdotes si eran una tribu sin herencia en la tierra de Israel (Deuteronomio 18:1-8), y actualmente ¿Cómo imaginan que se va a sostener la Iglesia, las actividades y sueldos pastorales? (Hechos 2:45) Y hay algo más que debemos tomar en cuenta, alguien lea por favor el libro de Levítico 27:30… en mi Biblia dice que pertenece al Señor, pues le está consagrado (NVI). El diezmo pertenece al Señor y esto es tan cierto que el Señor mismo acusó a los hebreos de robarle, podemos ver esta acusación en el libro de Malaquías 3:8. Y vean… yo no los señalo con el dedo y ni les acuso de nada, lo único que estoy haciendo es repetir 1) Lo que ya saben; 2) Lo que Dios mismo dice en su Palabra; así que si se comienzan a sentirse molestos no me acusen ni me reclamen nada, entiéndanse con el autor de la Biblia, al dueño del diezmo en otras palabras denle sus comentarios al Señor. Lo que podemos ver es que el Diezmo tiene importancia para nosotros y que Dios mismo nos puede acusar de ladrones si no cumplimos. Yo sé que alguna vez hemos fallado, los hebreos también lo hicieron, los grandes hombres de Dios lo han hecho pero en este día podemos corregir esta situación poniéndonos en línea con Dios. Yo quiero ser fiel ¿Usted quiere ser fiel? Comprométase con Dios con aquello que puede hacer.
2. Hasta el día de hoy yo no he conocido ni he sabido de algún pastor o tesorero de alguna Iglesia que le haya hecho auditoría a los miembros para comprobar si sus diezmos eran los correctos según sus sueldos. En el Antiguo Testamento tampoco se habla de auditorías, de los que sí se habla es que aquellos que entregaban el diezmo hacían una declaración de honestidad para que, de esa forma, se tuviera certeza sobre su diezmo. Esto lo podemos ver en el libro de Deuteronomio 26:12-15. La verdad yo no pienso hacer eso en este momento. Yo abogo a que el Espíritu Santo habla a usted y le convence si hace bien o mal. Mi única tarea es decirle que no podemos engañar a Dios, Él puede ver nuestros corazones y saber las razones que mueven nuestras acciones. ¿Quiere ahorrarse unos pesos? Está bien, pero creo que es mejor ahorrar problemas con el Señor.
La vida es cara y ganarse un peso es difícil, jornadas largas, bajo el sol, jefes imposibles de soportar. Aquellos que tenemos la bendición de tener trabajo sabemos esta realidad, sólo quisiera decirles algo: Si Dios no hubiera intervenido usted no tendría ese trabajo. Pongo de ejemplo mi vida.
Yo voy de casa en casa revisando los aparatos con el fin de realizar las reparaciones pertinentes y para esto hay que saber cual es el problema, que los provoca y como lo voy a resolver. Generalmente lo que me dicen al llegar con un cliente es El refri no enfría, punto. Es mi “obligación” saber cuales son las posibles causas y comprobarlas. ¿Arranca el motor? ¿Están en condiciones las partes eléctricas del aparato? ¿Tiene gas el refri? ¿Porqué no tiene gas? Y una vez que identifiqué el problema tengo que saber cómo resolverlo y sobre eso entregar el presupuesto tratando de no auto desfalcarme por un mal diagnóstico. Y aquí viene la parte en la que Dios se hace más evidente, que el cliente acepte el presupuesto y me dé el trabajo. Si Dios no interviniera sólo perdería el tiempo con cada persona, pero debido a su actuar para conmigo tengo trabajo e ingresos. Ahora bien sabiendo esto lo menos que puedo hacer es darle lo que me pide el 10%.
Algo que va a caracterizar a los hijos de Dios es que éstos van a tener una tendencia a alinearse a las órdenes de Dios. Si en este momento usted está pensando cómo justificar su actuar piense mejor en como alinearse, de otra forma buscará justificaciones para incumplir otra tares que el Señor pide.
Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el SEÑOR Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde. (NVI)
Las consecuencia del no diezmar son ser acusados de ladrones por el Señor, pero la verdad prefiero hablarles acerca de las consecuencias de diezmar. Malaquías 3:10 nos da un panorama espléndido acerca de la fidelidad en lo económico.
Hermanos los invito a que nos pongamos a cuentas con el Señor. Yo sé, porque lo he comprobado, que Él es fiel, es bueno, está en la disposición y posición para ayudarnos. Creamos que hay bendición.
Gracias por su atención y por las calificaciones y comentarios que recibiré. Estoy convencido de que serán de edificación. Dios los bendiga.
Notas personales:
Los levitas también diezmaban, lo encontramos en Levítico 18:25-32.
Según vemos en Deuteronomio 26:13-15 había un diezmo se ofrecía cada tercer año.
Sin embargo, el diezmo del tercer año (vv. 28,
29), siendo colectado en las ciudades en vez de llevarse al lugar de
adoración, parece haber tenido un uso especial: Para beneficio de los
necesitados (al igual que para los levitas, quienes vivían en todas partes
del territorio; Núm. 35: 1-8). (Comentario bíblico siglo XXI)
El cuarto “ay” (23, 24) no condena sus prácticas en cuanto al diezmo
como tales (sin omitir aquéllas), pero señala la proporción absurda (¡...
coláis el mosquito, pero tragáis el camello!) al meterse en detalles
meticulosos acerca del diezmo de las hierbas alimenticias, olvidando el
juicio, la misericordia y la fe. Los profetas, con frecuencia, habían
protestado en contra de una religión que se enfocaba en lo ritual y se
olvidaba de las cosas que verdaderamente importaban (cf. Miq. 6: 6-8). (Nuevo comentario bíblico siglo XXI)